domingo, 25 de enero de 2009

Marco Denevi




Los gobernantes estupidizados
Marco Denevi, publicado en la revista del diario "La Nación" hace más de veinte años

¿En qué consiste la estupidez? Vendría a ser, me parece a mi, lo contrario de la inteligencia. Mientras que la inteligencia es la facultad de examinar un problema y de resolverlo, de encontrarle una solución, una "salida" (éxito, por su etimología latina, significa justamente eso, "salida"), la estupidez se detiene ante los problemas y no acierta con la puerta de la salida, del éxito.
Vale decir que la estupidez se emparienta con el estupor, con el azoramiento y, en definitiva, con la impotencia. Stupet acies insanis fulgoribus, reza un verso de Horacio: "herida por locos fulgores se ofusca la mira". Así procede la estupidez: también ella stupet, también ella se queda pasmada, sin saber qué hacer, en presencia de los locos fulgores de la realidad.
Pasmada, pero no necesariamente quieta. A menudo se mueve, se mueve mucho. Pero sus movimientos son una pura agitación convulsa que no la conduce a ninguna parte. Inmovilizada en su propio atarantamiento, encerrada sin salida, tiene aleteos frenéticos de mariposa encandilada por una luz demasiado fuerte que la enceguece y de cuyo resplandor hipnótico no consigue zafarse.
Lo peor de la estupidez radica en que no tiene conciencia de sí misma. El estúpido no sabe que es estúpido. Creee que su ofuscación es apenas un pasajero intervalo de su inteligencia o una trastada que le hace la realidad. Confunde los aleteos de mariposa hechizada con preparativos de vuelo.
El estúpido, pues vive en una especie de estado de gracia, se mantiene espiritual y mentalmente estacionario, al modo de ciertas músicas modernas que pemanecen detenidas en un punto sin decidirse a tomar ninguna dirección, sin permitirse más que la acumulación y la repetición. Los gobernantes de todo el mundo no serán estúpidos pero proceden como si lo fueran. La vasta realidad que pretenden gobernar les provoca una estupefacción de mariposas encandiladas. Mientras tanto los problemas se enredan cada vez más complejos, más complicados.
No digamos problemas económicos, que en todos los países son un fangollo de órdago. Pero casi no hay terreno de la actividad humana donde no se acumulen dificultades crecientes. Leo en un diario francés, a toda página: "Europa, un rompecabezas". ¿Unicamente Europa? ¿Y por el resto del mundo cómo andamos? De la Argentina ni hablar.
Eso sí, los gobernantes ponen cara de inteligentes, de saber muy bien qué hay que hacer, de tener en las manos las llaves de la salida, del éxito. Los políticos, en el poder o a la pesca del poder, son duchos en el arte de simular que para ellos la realidad es pan comido. Y los ministros de Economía se dejarán matar antes de reconocer que no tienen la menor idea de cómo arreglar colosal entuerto.
Pero estoy seguro de que si pudiésemos espiarlos por dentro descubriríamos que gobernantes, políticos, economistas, dirigentes, y tutti quanti parpadean aturdidos por los "insamos fulgores" de la embrollada realidad.
Es que la estupefacción (esa estupidez siquiera momentánea y, para que nadie se ofenda, de ningún modo congénita, sino causada por la insania del mundo) les viene de un hecho harto comprobado: los gobernantes quieren gobernarlo todo, se entromenten en todo, para todo disponen de órdenes, de planes y de burocracia.
Pero simultáneamente, ese "todo" es hoy por hoy tan enredado y abochinchado que se a vuelto poco menos que ingobernable. Y nadie atina a descubrir qué diablos habría que hacer para que el "todo" indómito obedezca, se deje conducir hasta la puerta de salida, hasta la puerta del éxito.
Resultado final: Stupet acies, se ofusca la mirada. la mirada de la inteligencia. La mirada interior. Porque la otra, la de los cesáreos ojos en el cesáreo rostro de gobernantes y políticos, ésa sigue aparentando el brillo de las astucia, la vivacidad de la perspicacia, el orgullo de las sabiduría. Y, para que nadie los acuse de parálisis, gobernantes y políticos se mueven mucho. Se mueven mucho alrededor de la misma lámpara.

2 comentarios:

  1. Juro que hoy al mediodía dejé un comentario sobre Marco Denevi, y de ahí me fui derechito a releer Eine Kleine Nachtmusik. ¿Será que tenés activada la moderación de comentarios y por eso no apareció aún? Ufaa! Bueno, te decía que lo que más me gusta de sus obras son los finales inesperados. Y ya me diste ganas de leer algo más!

    Besotes y suerte con el nuevo espacio :)

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  2. Qué bueno compartir el gusto x Denevi!!!!!
    Si no lo leiste y te gusta su estilo, lee "Manuel de Historia" es de 1984 y es uno de mis favoritos ya subiré alguna parte en especial.

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